El Dios de Amor y Justica
INTRODUCCIÓN
Dios es amor. Así lo afirma 1 Juan 4: 8 y 16. Toda la Biblia da testimonio de esta verdad. La fe cristiana se fundamenta en el carácter amoroso de Dios. El amor está en el centro del carácter de Dios, en el centro de todo lo que creemos y debería estar en el centro de todo lo que hacemos. En consecuencia, la forma en que entendemos el amor influye en la totalidad de nuestra fe y práctica. Por ejemplo, si creemos que el amor de Dios debe ganarse o merecerse, podríamos pensar que Dios no nos ama porque somos pecadores e indignos. Del mismo modo, en nuestras relaciones con los demás, podríamos erróneamente esperar que otros deban ganarse nuestro amor. Esto sería una verdadera receta para el desastre.
En este sentido y en muchos otros, nuestra comprensión del amor de Dios tiene enormes implicaciones para nuestra fe y nuestra vida práctica. Pero ¿qué es el amor? Si pedimos a diez personas que lo definan, obtendremos diez respuestas diferentes. Incluso entre los cristianos hay muchos mitos y malentendidos en torno al amor de Dios.
Por ejemplo, los cristianos ofrecen respuestas diferentes a preguntas como:
¿es el amor de Dios unidireccional (es decir, él ama pero nunca recibe amor)? ¿Es el amor divino puramente abnegado o puede Dios también deleitarse y complacerse en el amor de los seres humanos por él? ¿Es el amor de Dios emocional? ¿Le importan realmente los seres humanos? ¿Se puede rechazar el amor de Dios o renunciar a él? ¿Entra Dios en una relación de amor recíproco con sus criaturas humanas? ¿Es la ira incompatible con el amor? ¿Qué relación existe entre el amor y la justicia? Si Dios es amor, ¿por qué existe tanto mal en este mundo? ¿Pueden los seres humanos amar como Dios? Si es así, ¿cómo?
Las respuestas a algunas de estas preguntas pueden parecer obvias, pero a menudo son objeto de discusión cuando los cristianos reflexionan acerca del amor divino. Además, muchas respuestas que a veces se consideran obvias resultan ser incompatibles con lo que las Escrituras enseñan acerca del amor de Dios.
No abordaremos todas estas cuestiones a la vez, sino que nos ocuparemos de ellas y de otras a lo largo de este trimestre. Veremos, además, que el amor de Dios es mucho mayor de lo que pensamos. Tal como lo describen las Escrituras, es muy superior a las ideas rotuladas como «amor» en gran parte de nuestro mundo actual. En las próximas semanas examinaremos más detenidamente algunos de los aspectos más destacados y hermosos del amor de Dios que se revelan en la Biblia.
A medida que avancemos, veremos cómo el amor y la justicia divinos están inseparablemente conectados. El Dios de la Biblia ama la justicia (ver, por ejemplo, Isa. 61: 8). Y, tal y como la Biblia los describe, el amor y la justicia divinos están tan unidos que no pueden existir uno sin el otro. Puesto que Dios es amor, se preocupa profundamente por la injusticia y el sufrimiento en este mundo, y se identifica con los oprimidos y con quienes sufren, al punto de participar voluntariamente en el dolor y la pena que el mal ha causado en la Creación: él mismo sufre más que nadie, hasta el punto de que es la mayor víctima del mal.
Dios se muestra, a lo largo de la Biblia, afligido y dolorido por el mal y el sufrimiento, pues ama a cada persona más de lo que podemos imaginar. Se puede ver la profundidad del amor de Dios en el lamento de Cristo por su pueblo, cuando dijo: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!» (Mat. 23: 37).
El amoroso Dios de la Biblia aparece a menudo retratado en las Escrituras con el corazón quebrantado y afligido por el amor rechazado y perdido. Toda la historia registrada en las Escrituras se refiere a lo que Dios ha hecho y está haciendo para restaurar el amor en todos los rincones del universo. Esto y mucho más es el tema de las lecciones de este trimestre.
John C. Peckham es editor asociado de la Revista Adventista en inglés. Cuando escribió esta guía, era profesor de Teología y Filosofía Cristiana en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día de la Universidad Andrews, en Míchigan, Estados Unidos.
Autora John C. Peckham
Dirección general Clifford R. Goldstein
Dirección Marcos G. Blanco
Traducción y redacción editorial Claudia Blath
Corrección Bibiana Claverie/Pablo M. Claverie
Diseño Osvaldo Ramos, Agostina Torreblanca
Ilustraciones Lars Justinen
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