Adoración sin fin

Adoración sin fin

Comentarios Elena G. W. - Lección 12


          Sábado 16 de marzo

“¿Quién expresará las valentías de Jehová? ¿quién contará sus alabanzas?” Salmo 106:2.

“Invocad su nombre: haced notorias sus obras en los pueblos. Cantadle, cantadle salmos: hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre: alégrese el corazón de los que buscan a Jehová”. Salmo 105:1-3…

No debemos limitar la invitación del evangelio y presentarla solamente a unos pocos elegidos, que, suponemos nosotros, nos honrarán aceptándola. El mensaje ha de proclamarse a todos. Cuando Dios bendice a sus hijos, no es tan solo para beneficio de ellos, sino para el mundo. Cuando nos concede sus dones, es para que los multipliquemos compartiéndolos con otros (El ministerio de curación, pp. 68, 69).
 

Dulce será mi meditación en él; Yo me aalegraré en Jehová. Salmo 104:34.

¿Por qué no mantener vuestras mentes arraigadas en las inescrutables riquezas de Cristo, para que podáis presentar a otros las gemas de verdad? En la Palabra de Dios hay ricas minas de verdad, en cuya exploración podemos pasar la vida entera, y sin embargo encontraremos que solo hemos comenzado a revisar sus preciosos depósitos. Cavemos profundamente, y saquemos los tesoros escondidos …

Necesitamos llenar constantemente nuestra mente con Cristo, y vaciarla de egoísmo y pecado… Justamente en el momento en que vaciéis vuestra mente de vanidad y frivolidad, ese vacío será llenado con aquello que Dios desea daros: su Espíritu Santo. Entonces del buen tesoro del corazón sacaréis buenos frutos, ricas gemas del pensamiento, y otros recibirán las palabras, y comenzarán a glorificar a Dios. … Vuestros pensamientos y afectos deben morar en Cristo, y debéis reflejar sobre otros aquello que ha brillado sobre vosotros, procedente del Sol de Justicia (Nuestra elevada vocación, p. 117).
 

Para nuestro propio beneficio, debemos refrescar en nuestra mente todo don de Dios. Así se fortalece la fe para pedir y recibir siempre más… El alma que responda a la gracia de Dios será como un jardín regado. Su salud brotará rápidamente; su luz saldrá en la obscuridad, y la gloria del Señor le acompañará. Recordemos, pues, la bondad del Señor, y la multitud de sus tiernas misericordias. Como el pueblo de Israel, levantemos nuestras piedras de testimonio, e inscribamos sobre ellas la preciosa historia de lo que Dios ha hecho por nosotros. Y mientras repasemos su trato con nosotros en nuestra peregrinación, declaremos, con corazones conmovidos por la gratitud: “¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salud, e invocaré el nombre de Jehová. Ahora pagaré mis votos a Jehová delante de todo su pueblo”. Salmo 116:12-14 (El Deseado de todas las gentes, p. 314).

Domingo 17 de marzo

Levanta las manos en el santuario

El hecho de que Dios demande reverencia y adoración por sobre los dioses paganos se funda en que él es el Creador, y que todas las demás criaturas le deben a él su existencia. Así lo presenta la Biblia. Dice el profeta Jeremías: “Jehová Dios es la verdad; él es Dios vivo y Rey eterno: … los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia… Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor; porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos; vanidad son, obras de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán. No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo”. Jeremías 10:10-16.

El sábado, como recordatorio del poder creador de Dios, le señala a él como Hacedor de los cielos y de la tierra. Por lo tanto, es un testimonio perpetuo de su existencia, y un recuerdo de su grandeza, su sabiduría y su amor. Si el sábado se hubiera santificado siempre, jamás habría podido haber ateos ni idólatras (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 348, 349).
 

[La] la iglesia es el santuario para la congregación… Nada de lo que es sagrado, nada de lo que pertenece al culto de Dios, debe ser tratado con descuido e indiferencia. A fin de que los hombres puedan tributar mejor las alabanzas a Dios, su asociación debe ser tal que mantenga en su mente una distinción entre lo sagrado y lo común. Los que tienen ideas amplias, pensamientos y aspiraciones nobles, son los que sostienen entre sí relaciones que fortalecen todos los pensamientos de las cosas divinas. Felices son los que tienen un santuario, sea alto o humilde, en la ciudad o entre las escarpadas cuevas de la montaña, en la humilde choza o en el desierto. Si es lo mejor que pueden obtener para el Maestro, él santificará ese lugar con su presencia, y será santo para el Señor de los ejércitos (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 464).
 

Aquí se declara la misma verdad que Jesús había revelado a Nicodemo cuando dijo: “A menos que el hombre naciere de lo alto, no puede ver el reino de Dios”. Juan 3:3… La religión que proviene de Dios es la única que conducirá a Dios. A fin de servir [a Dios] debidamente, debemos nacer del Espíritu divino. Esto purificará el corazón y renovará la mente, dándonos una nueva capacidad para conocer y amar a Dios. Nos inspirará una obediencia voluntaria a todos sus requerimientos. Tal es el verdadero culto. Es el fruto de la obra del Espíritu Santo. Por el Espíritu es formulada toda oración sincera, y una oración tal es aceptable para Dios. Siempre que un alma anhela a Dios, se manifiesta la obra del Espíritu, y Dios se revelará a esa alma. Él busca adoradores tales. Espera para recibirlos y hacerlos sus hijos e hijas (El Deseado de todas las gentes, pp. 159, 160).

Lunes 18 de marzo

Canta al Señor un cántico nuevo

El Señor desea que mencionemos su bondad y hablemos de su poder. Se le honra mediante la expresión de alabanza y agradecimiento. Él dice: “El que sacrifica alabanza me honrará” Salmo 50:23. Cuando los hijos de Israel viajaban por el desierto, alababan a Dios con himnos sagrados. Los mandamientos y las promesas de Dios fueron provistos de música y a lo largo de todo el sendero fueron cantados por los peregrinos. Y en Canaán, al participar de las fiestas sagradas, las maravillosas obras de Dios habían de ser repasadas, y se había de ofrecer el agradecimiento debido a su nombre. Dios deseaba que toda la vida de su pueblo fuera una vida de alabanza. En esa forma los caminos de Dios habían de ser conocidos “en la tierra”, y su salud “en todas las gentes” Salmo 67:2 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 240).
 

Al ser perdonado el pecador de su transgresión por los méritos de Cristo, al ser revestido de la justicia de Cristo por la fe en él, declara con el salmista: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! sí, más dulces que la miel a mi boca”. “Más codiciables son que el oro, sí, que mucho oro fino; más dulces también que la miel y el panal”. Esto es conversión. Cuando el Espíritu de Dios controla la mente y el corazón, convierte los corazones de los padres a los hijos, y los desobedientes a la sabiduría de los justos. La ley de Jehová será considerada entonces como un trasunto del carácter divino, y un cántico nuevo brota del corazón que ha sido tocado por la gracia divina; porque se da cuenta de que la promesa de Dios se ha cumplido en su experiencia, que su transgresión ha sido perdonada, su pecado cubierto. Ha ejercido el arrepentimiento hacia Dios por la violación de su ley, y la fe hacia nuestro Señor Jesucristo que ha muerto para su justificación (The Review and Herald, 21 de junio, 1892, párrafo 6).
 

Hay un día que pronto ha de amanecer sobre nosotros, cuando los misterios de Dios serán comprendidos y todos sus caminos vindicados; cuando la justicia, la misericordia y el amor serán los atributos de su trono. Cuando la guerra terrenal haya terminado y los santos estén todos reunidos en el hogar, nuestro primer tema será el cántico de Moisés, siervo de Dios. El segundo tema será el cántico del Cordero, el cántico de la gracia y la redención. Este canto será más potente, y se entonará con acentos más elevados y sublimes que resonarán por los atrios celestiales… Este es el tema, este es el canto —Cristo el todo y en todo—, en himnos de alabanza que resuenan a través del cielo entonados por millares y millones de redimidos. Todos unen sus voces en este cántico de Moisés y del Cordero. Es un cántico nuevo, porque nunca antes se ha entonado en el cielo (Testimonios para los ministros, p. 433).

Martes 19 de marzo

Señor, ¿quién habitará en tu santuario?

Siempre amable, cortés, siempre tomando partido por los oprimidos, ya fueran judíos o gentiles, Cristo fue amado por todos. Mediante su vida y carácter perfectos, respondió a la pregunta formulada en el Salmo 15: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién habitará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón” (vers. 1, 2). En su niñez y juventud su conducta fue tal que, cuando se dedicó a la obra de Maestro, podía decir a sus discípulos: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”. Juan 15:10.

A medida que Cristo crecía, la obra comenzada en su niñez continuó, y siguió aumentando en sabiduría y en favor con Dios y con los hombres. No se puso de parte de su propia familia simplemente porque estuvieran emparentados con él por lazos naturales; no reivindicaría su caso en un solo caso en que hubieran sido culpables de injusticia o maldad; pero siempre reivindicó lo que sabía que era verdad (Fundamentals of Christian Education, p. 402).
 

¿Qué significa ser cristiano? Es ser semejante a Cristo; consiste en realizar las obras de Cristo. Algunos fallan en un punto, otros fallan en otro. Algunos son impacientes por naturaleza. Satanás comprende sus debilidades y se las arregla para vencerlos vez tras vez. Pero que nadie se desanime por esto. Cada vez que aparezcan pequeñas molestias y pruebas, pídanle a Dios en oración silenciosa que les conceda fuerzas y gracia para soportarlas pacientemente. Hay poder en el silencio; no pronuncien una sola palabra mientras no hayan elevado sus peticiones al Dios del cielo. Si así lo hicieran siempre, pronto dominarían su temperamento impaciente y tendrían aquí un pequeño cielo como anticipo del más allá.

Dios desea que su pueblo tenga manos limpias y corazones purificados. ¿Será posible que esto los haga infelices? ¿Acarrearía infelicidad a sus familias el hecho de que fueran bondadosos y pacientes, corteses y tolerantes? Lejos de ello. La bondad que manifiesten hacia sus familias se reflejará sobre ellos mismos. Esta es la clase de obra que debería llevarse a cabo en el hogar. Si los miembros de una familia no están preparados para vivir en paz aquí, tampoco están preparados para formar parte de la familia que se reunirá alrededor del gran trono blanco. Invariablemente el pecado produce oscuridad y esclavitud; pero el bien hacer produce paz y santo regocijo (Exaltad a Jesús, p. 335).
 

Amados hermanos y hermanas, dejemos que los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús estén siempre presentes en nuestros pensamientos y que ahuyenten las preocupaciones mundanales. Sean ellos nuestra meditación cuando nos acostamos y cuando nos levantamos. Vivamos y actuemos teniendo plenamente en cuenta la venida del Hijo del hombre. El tiempo del sellamiento es muy corto, y pronto terminará. Ahora, mientras los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos, es el momento en que debemos asegurar nuestra vocación y elección (Primeros escritos, p. 58).

Miércoles 20 de marzo

Declara su gloria entre las naciones

Cristo ordenó a sus discípulos que empezasen en Jerusalén la obra que él había dejado en sus manos. Jerusalén había sido escenario de su asombrosa condescendencia hacia la familia humana. Allí había sufrido, había sido rechazado y condenado. La tierra de Judea era el lugar donde había nacido. Allí, vestido con el atavío de la humanidad, había andado con los hombres, y pocos habían discernido cuánto se había acercado el cielo a la tierra cuando Jesús estuvo entre ellos. En Jerusalén debía empezar la obra de los discípulos…

Pero la obra no debía detenerse allí. Había de extenderse hasta los más remotos confines de la tierra. Cristo dijo a sus discípulos: Habéis sido testigos de mi vida de abnegación en favor del mundo. Habéis presenciado mis labores para Israel. Aunque no han querido venir a mí para obtener la vida, aunque los sacerdotes y príncipes han hecho de mí lo que quisieron, aunque me rechazaron según lo predecían las Escrituras, deben tener todavía una oportunidad de aceptar al Hijo de Dios. Habéis visto todo lo que me ha sucedido, habéis visto que a todos los que vienen a mí confesando sus pecados yo los recibo libremente. De ninguna manera echaré al que venga a mí. Todos los que quieran pueden ser reconciliados con Dios y recibir la vida eterna. A vosotros, mis discípulos, confío este mensaje de misericordia. Debe proclamarse primero a Israel y luego a todas las naciones, lenguas y pueblos. Debe ser proclamado a judíos y gentiles. Todos los que crean han de ser reunidos en una iglesia (El Deseado de todas las gentes, pp. 759, 760).
 

“La importancia del sábado, como institución conmemorativa de la creación, consiste en que recuerda siempre la verdadera razón por la cual se debe adorar a Dios”, porque él es el Creador, y nosotros somos sus criaturas. “Por consiguiente, el sábado forma parte del fundamento mismo del culto divino, pues enseña esta gran verdad del modo más contundente, como no lo hace ninguna otra institución. El verdadero motivo del culto divino, no tan solo del que se tributa en el séptimo día, sino de toda adoración, reside en la distinción existente entre el Creador y sus criaturas. Este hecho capital no perderá nunca su importancia ni debe caer nunca en el olvido” (J. N. Andrews, History of the Sabbath, cap. 27). Por eso, es decir, para que esta verdad no se borrara nunca de la mente de los hombres, instituyó Dios el sábado en el Edén y mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que le adoremos, el sábado seguirá siendo señal conmemorativa de ello. Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos e inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración, y nunca habría habido un idólatra, un ateo, o un incrédulo. La observancia del sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, “que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua” (El conflicto de los siglos, p. 433).

Jueves 21 de marzo

Cuando dios no se deleita en los sacrificios

Los fariseos procuraban distinguirse por su ceremonial escrupuloso y la ostentación de su culto y caridad. Mostraban su celo por la religión haciendo de ella un tema de discusión. Las disputas entre las sectas opuestas eran vivas y largas, y era frecuente oír en las calles voces de controversia airada entre sabios doctores de la ley.

La vida de Jesús ofrecía un marcado contraste con todo esto. En ella no había disputas ruidosas, ni cultos ostensivos, ni acto alguno realizado para obtener aplausos. Cristo se ocultaba en Dios, y Dios era revelado en el carácter de su Hijo. A esta revelación deseaba Jesús que fuese atraída la atención de la gente, y tributado su homenaje.

El Sol de justicia no apareció sobre el mundo en su esplendor, para deslumbrar los sentidos con su gloria. Escrito está de Cristo: “Como el alba está aparejada su salida”. Oseas 6:3. Tranquila y suavemente la luz del día amanece sobre la tierra, despejando las sombras de las tinieblas y despertando el mundo a la vida. Así salió el Sol de justicia “trayendo salud eterna en sus alas”. Malaquías 4:2 (El Deseado de todas las gentes, p. 226).
 

Dios somete a prueba a su pueblo en este mundo. Este es el lugar en el que debe prepararse para comparecer ante su presencia. Aquí en este mundo, en estos últimos días, la gente mostrará cuál es el poder que actúa en sus corazones y controla sus acciones. Si es el poder de la verdad divina, lo conducirá a realizar buenas obras. Elevará al que lo recibe, y le hará tener un corazón noble y ser generoso, como su divino Señor. Pero si los ángeles malignos controlan el corazón, eso se verá en diferentes formas. El fruto será egoísmo, codicia, orgullo y malas pasiones.

El corazón es engañoso sobre todas las cosas, y muy perverso. Los religiosos profesos no están dispuestos a examinarse minuciosamente para ver si están dentro de la fe, y es cosa terrible ver que muchos se apoyan en una esperanza falsa. Algunos se apoyan en una antigua experiencia que tuvieron hace años, pero cuando llegan a este tiempo que exige que se efectúe un examen de conciencia, cuando todos debieran tener una experiencia espiritual diaria, no tienen nada que referir. Al parecer creen que solamente por el hecho de profesar una fe serán salvos. Cuando abandonen los pecados que Dios detesta, Jesús vendrá y cenará con ellos y ellos con él. Entonces obtendrán poder divino de Jesús, y crecerán en él, y podrán decir con santo triunfo: “Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios 15:57. Le agradaría más al Señor si quienes profesan tibiamente la religión nunca hubieran mencionado su nombre. Son un lastre continuo para los que quieren ser fieles seguidores de Jesús. Son piedra de tropiezo para los incrédulos, y los ángeles malignos se regocijan por su conducta, y ellos se burlan de los ángeles de Dios mediante su conducta torcida. Tales personas son una maldición para la causa en este país y en el extranjero. Se aproximan a Dios solamente de labios, mientras su corazón se encuentra lejos de él. agradaría más al Señor si los tibios profesores de religión nunca hubieran mencionado su nombre. Son un lastre continuo para los que quieren ser fieles seguidores de Jesús. Son piedra de tropiezo para los incrédulos, y los ángeles malignos se regocijan por su conducta, y ellos se burlan de los ángeles de Dios mediante su conducta torcida. Tales personas son una maldición para la causa en este país y en el extranjero. Se aproximan a Dios solamente de labios, mientras su corazón se encuentra lejos de él (Testimonios para la iglesia, t .1, pp. 173, 174).

Viernes 22 de marzo

Para estudiar y meditar

Hijos e hijas de Dios, 19 de febrero, “No tendremos dioses ajenos”, p. 58;

Nuestra elevada vocación, 11 de marzo, “El privilegio de la seguridad”, p. 78.