Lección 12 Para el 23 de marzo de 2024

Adoración sin fin

Adoración sin fin

Sábado 16 de marzo

Lee para el estudio de esta semana:
Salmo 134; Isaías 42:10-12; Apocalipsis 14:3; Salmos 15; 101:1-3; 96; Apocalipsis 14:6-12; Juan 4:23, 24.

Para memorizar:
“Al Señor cantaré en toda mi vida, a mi Dios salmearé mientras viva” (Sal. 104:33).

A medida que aumenta nuestra experiencia con la gracia y el poder de Dios, nos sentimos impulsados a preguntar junto con el salmista: “¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí?” (Sal. 116:12). La respuesta inevitable es dedicar la vida a ser fiel a Dios.

En Salmos, Israel no es simplemente una nación, sino “la gran congregación” (Sal. 22:22, 25; 35:18). Esto revela la vocación primordial de Israel de alabar a Dios y dar testimonio de él a las demás naciones, porque el Señor anhela que todo el mundo se una a su pueblo en la adoración. El pueblo del Señor se identifica con los justos, aquellos que adoran al Señor y cuya esperanza está en él y en su amor.

Alabar al Señor en la congregación se percibe como el culto ideal. Esto no significa que la oración y la alabanza personales en Israel asuman un papel secundario. Al contrario, el culto individual a Dios sustenta el culto comunitario con alabanzas renovadas (Sal. 22:22, 25) mientras, a su vez, el culto individual desarrolla todo su potencial en estrecha relación con la comunidad. La comunidad que rinde culto también recibe el nombre de “congregación de los rectos” (Sal. 111:1). Los rectos conocen a Dios (Sal. 36:10) y Dios los conoce a ellos (Sal. 37:18), y esta experiencia permea todos los aspectos de su existencia.


Sábado 16 de marzo

Lección 12 - Adoración sin fin

“¿Quién expresará las valentías de Jehová? ¿quién contará sus alabanzas?” Salmo 106:2.

“Invocad su nombre: haced notorias sus obras en los pueblos. Cantadle, cantadle salmos: hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre: alégrese el corazón de los que buscan a Jehová”. Salmo 105:1-3…

No debemos limitar la invitación del evangelio y presentarla solamente a unos pocos elegidos, que, suponemos nosotros, nos honrarán aceptándola. El mensaje ha de proclamarse a todos. Cuando Dios bendice a sus hijos, no es tan solo para beneficio de ellos, sino para el mundo. Cuando nos concede sus dones, es para que los multipliquemos compartiéndolos con otros (El ministerio de curación, pp. 68, 69).
 

Dulce será mi meditación en él; Yo me aalegraré en Jehová. Salmo 104:34.

¿Por qué no mantener vuestras mentes arraigadas en las inescrutables riquezas de Cristo, para que podáis presentar a otros las gemas de verdad? En la Palabra de Dios hay ricas minas de verdad, en cuya exploración podemos pasar la vida entera, y sin embargo encontraremos que solo hemos comenzado a revisar sus preciosos depósitos. Cavemos profundamente, y saquemos los tesoros escondidos …

Necesitamos llenar constantemente nuestra mente con Cristo, y vaciarla de egoísmo y pecado… Justamente en el momento en que vaciéis vuestra mente de vanidad y frivolidad, ese vacío será llenado con aquello que Dios desea daros: su Espíritu Santo. Entonces del buen tesoro del corazón sacaréis buenos frutos, ricas gemas del pensamiento, y otros recibirán las palabras, y comenzarán a glorificar a Dios. … Vuestros pensamientos y afectos deben morar en Cristo, y debéis reflejar sobre otros aquello que ha brillado sobre vosotros, procedente del Sol de Justicia (Nuestra elevada vocación, p. 117).
 

Para nuestro propio beneficio, debemos refrescar en nuestra mente todo don de Dios. Así se fortalece la fe para pedir y recibir siempre más… El alma que responda a la gracia de Dios será como un jardín regado. Su salud brotará rápidamente; su luz saldrá en la obscuridad, y la gloria del Señor le acompañará. Recordemos, pues, la bondad del Señor, y la multitud de sus tiernas misericordias. Como el pueblo de Israel, levantemos nuestras piedras de testimonio, e inscribamos sobre ellas la preciosa historia de lo que Dios ha hecho por nosotros. Y mientras repasemos su trato con nosotros en nuestra peregrinación, declaremos, con corazones conmovidos por la gratitud: “¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salud, e invocaré el nombre de Jehová. Ahora pagaré mis votos a Jehová delante de todo su pueblo”. Salmo 116:12-14 (El Deseado de todas las gentes, p. 314).

Domingo 17 de marzo

Levanta las manos en el santuario

Lee Salmo 134. ¿Dónde se ofrece aquí la adoración? ¿Cuál es el resultado de la adoración al Señor?

* ¡Tus notas no se guardarán!

Salmo 134 recuerda la bendición sacerdotal aarónica de Números 6:24 al 26 (también Sal. 67:1) y destaca la bendición como principio subyacente y el resultado de la relación entre Dios e Israel. El pueblo bendice a Dios en el Santuario, y Dios bendice a su pueblo desde Sion. Las bendiciones se extienden a toda la vida, porque el Señor es el creador del Cielo y de la Tierra. La mención de Sion como lugar de bendiciones divinas especiales hace hincapié en el vínculo de pacto entre el Señor y su pueblo. De esta manera, es en el marco del Pacto de la gracia que Israel ejerce el privilegio de bendecir al Señor y que el Señor lo bendiga a él.

Lee Salmos 18:1; 36:1; 113:1; 134:1 y 2; y 135:1 y 2. ¿Cómo se describe aquí a los adoradores?

A menudo los salmos describen a los adoradores como siervos del Señor. Los “que están por la noche en la casa del Señor” (Sal. 134:1) probablemente se refiera a la guardia nocturna de los levitas (1 Crón. 9:23-27) o a la alabanza que los levitas ofrecían a Dios de día y de noche (1 Crón. 9:33).

Como los israelitas adoraban al Dios invisible, a quien no se podía representar mediante ninguna imagen, el Santuario servía para reflejar la gloria del Señor y ofrecer un entorno seguro para que el pueblo pecador se acercara a su Rey santo. Este encuentro lo inicia el propio Señor, y está regulado por sus estatutos y decretos.

“Acérquense a él, piedra viva, reprobada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios. Ustedes también, como piedras vivas, están siendo edificados en una casa espiritual, en un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Ped. 2:4, 5). Lo que vemos aquí, en las palabras de Pedro, es una expresión neotestamentaria de las mismas ideas presentadas en estos salmos: el pueblo de Dios, ahora un sacerdocio santo, ofrece alabanzas y acciones de gracias a su Señor Jesucristo, su Creador y Redentor, por todas las cosas buenas que ha hecho por ellos.

Como creyentes del Nuevo Testamento, también tenemos un papel sacerdotal, ya que estamos llamados a ser mediadores de las buenas nuevas del evangelio para el mundo. ¿Cuáles son las formas más eficaces de hacerlo?


Domingo 17 de marzo

Levanta las manos en el santuario

El hecho de que Dios demande reverencia y adoración por sobre los dioses paganos se funda en que él es el Creador, y que todas las demás criaturas le deben a él su existencia. Así lo presenta la Biblia. Dice el profeta Jeremías: “Jehová Dios es la verdad; él es Dios vivo y Rey eterno: … los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia… Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor; porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos; vanidad son, obras de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán. No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo”. Jeremías 10:10-16.

El sábado, como recordatorio del poder creador de Dios, le señala a él como Hacedor de los cielos y de la tierra. Por lo tanto, es un testimonio perpetuo de su existencia, y un recuerdo de su grandeza, su sabiduría y su amor. Si el sábado se hubiera santificado siempre, jamás habría podido haber ateos ni idólatras (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 348, 349).
 

[La] la iglesia es el santuario para la congregación… Nada de lo que es sagrado, nada de lo que pertenece al culto de Dios, debe ser tratado con descuido e indiferencia. A fin de que los hombres puedan tributar mejor las alabanzas a Dios, su asociación debe ser tal que mantenga en su mente una distinción entre lo sagrado y lo común. Los que tienen ideas amplias, pensamientos y aspiraciones nobles, son los que sostienen entre sí relaciones que fortalecen todos los pensamientos de las cosas divinas. Felices son los que tienen un santuario, sea alto o humilde, en la ciudad o entre las escarpadas cuevas de la montaña, en la humilde choza o en el desierto. Si es lo mejor que pueden obtener para el Maestro, él santificará ese lugar con su presencia, y será santo para el Señor de los ejércitos (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 464).
 

Aquí se declara la misma verdad que Jesús había revelado a Nicodemo cuando dijo: “A menos que el hombre naciere de lo alto, no puede ver el reino de Dios”. Juan 3:3… La religión que proviene de Dios es la única que conducirá a Dios. A fin de servir [a Dios] debidamente, debemos nacer del Espíritu divino. Esto purificará el corazón y renovará la mente, dándonos una nueva capacidad para conocer y amar a Dios. Nos inspirará una obediencia voluntaria a todos sus requerimientos. Tal es el verdadero culto. Es el fruto de la obra del Espíritu Santo. Por el Espíritu es formulada toda oración sincera, y una oración tal es aceptable para Dios. Siempre que un alma anhela a Dios, se manifiesta la obra del Espíritu, y Dios se revelará a esa alma. Él busca adoradores tales. Espera para recibirlos y hacerlos sus hijos e hijas (El Deseado de todas las gentes, pp. 159, 160).

Lunes 18 de marzo

Canta al Señor un cántico nuevo

Lee Salmos 33:3; 40:3; 96:1; 98:1; 144:9; y 149:1. ¿Cuál es la temática común en estos textos?

Los salmos convocan a la gente a cantar una “canción nueva”. ¿Qué es una “canción nueva” aquí? El motivo de la “canción nueva” es el nuevo reconocimiento de la majestad y la soberanía del Señor sobre el mundo, y la gratitud por su cuidado y su salvación como Creador y Juez de la Tierra. La liberación de los enemigos y de la muerte, y el favor especial de Dios hacia Israel, son algunos de los motivos más personales para entonar “una canción nueva”. Aunque otras canciones también alaban al Señor por su bondad y sus maravillas, la “canción nueva” es un cántico especial, que expresa un gozo reavivado y la promesa de una devoción renovada a Dios. La nueva experiencia de liberación divina inspira al pueblo a reconocer al Señor como su Creador y su Rey. Los temas comunes en los salmos que hablan de una “canción nueva” son la confianza en Dios, la alabanza por sus maravillosas obras y la liberación de la aflicción, entre otras cosas.

Lee Isaiah 42:10–12, Revelation 5:9, and Revelation 14:3. What can we infer about the “new song” from these biblical texts?

Al pueblo de Dios, Israel, se lo describe en términos afectuosos como un “pueblo allegado a él [Dios]” (Sal. 148:14); lo que implica que, de toda la Creación, Israel es el más especial y, por ende, quien está más obligado a alabar a Dios, pero también el más privilegiado de hacerlo. Así, la Biblia anima a los creyentes de todas las generaciones a entonar la canción nueva en alabanza a su Redentor, que lleva su testimonio único sobre la salvación en la sangre del Cordero. Una “canción nueva” puede representar un cántico novedoso que nadie ha escuchado antes, una canción que conmemora una experiencia vívida con la gracia de Dios en la vida personal. La “canción nueva” también puede expresar esperanza, en cuyo caso la novedad del cántico se demuestra en el anhelo de la experiencia única y sin precedentes de la majestad de Dios en el futuro. El verdadero culto va más allá de los sacrificios y las ofrendas, y refleja una relación viva con Dios, siempre fresca y dinámica. En cierto sentido, se podría decir, simplemente, que la “canción nueva” es una expresión nueva, e incluso diaria, de nuestros amor y aprecio por lo que Dios ha hecho por nosotros.

Considera las bendiciones que Dios derrama sobre tu vida. Si tuvieras que entonar una nueva canción, ¿cuál sería?


Lunes 18 de marzo

Canta al Señor un cántico nuevo

El Señor desea que mencionemos su bondad y hablemos de su poder. Se le honra mediante la expresión de alabanza y agradecimiento. Él dice: “El que sacrifica alabanza me honrará” Salmo 50:23. Cuando los hijos de Israel viajaban por el desierto, alababan a Dios con himnos sagrados. Los mandamientos y las promesas de Dios fueron provistos de música y a lo largo de todo el sendero fueron cantados por los peregrinos. Y en Canaán, al participar de las fiestas sagradas, las maravillosas obras de Dios habían de ser repasadas, y se había de ofrecer el agradecimiento debido a su nombre. Dios deseaba que toda la vida de su pueblo fuera una vida de alabanza. En esa forma los caminos de Dios habían de ser conocidos “en la tierra”, y su salud “en todas las gentes” Salmo 67:2 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 240).
 

Al ser perdonado el pecador de su transgresión por los méritos de Cristo, al ser revestido de la justicia de Cristo por la fe en él, declara con el salmista: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! sí, más dulces que la miel a mi boca”. “Más codiciables son que el oro, sí, que mucho oro fino; más dulces también que la miel y el panal”. Esto es conversión. Cuando el Espíritu de Dios controla la mente y el corazón, convierte los corazones de los padres a los hijos, y los desobedientes a la sabiduría de los justos. La ley de Jehová será considerada entonces como un trasunto del carácter divino, y un cántico nuevo brota del corazón que ha sido tocado por la gracia divina; porque se da cuenta de que la promesa de Dios se ha cumplido en su experiencia, que su transgresión ha sido perdonada, su pecado cubierto. Ha ejercido el arrepentimiento hacia Dios por la violación de su ley, y la fe hacia nuestro Señor Jesucristo que ha muerto para su justificación (The Review and Herald, 21 de junio, 1892, párrafo 6).
 

Hay un día que pronto ha de amanecer sobre nosotros, cuando los misterios de Dios serán comprendidos y todos sus caminos vindicados; cuando la justicia, la misericordia y el amor serán los atributos de su trono. Cuando la guerra terrenal haya terminado y los santos estén todos reunidos en el hogar, nuestro primer tema será el cántico de Moisés, siervo de Dios. El segundo tema será el cántico del Cordero, el cántico de la gracia y la redención. Este canto será más potente, y se entonará con acentos más elevados y sublimes que resonarán por los atrios celestiales… Este es el tema, este es el canto —Cristo el todo y en todo—, en himnos de alabanza que resuenan a través del cielo entonados por millares y millones de redimidos. Todos unen sus voces en este cántico de Moisés y del Cordero. Es un cántico nuevo, porque nunca antes se ha entonado en el cielo (Testimonios para los ministros, p. 433).

Martes 19 de marzo

Señor, ¿quién habitará en tu santuario?

Lee Salmo 15. ¿Quiénes son las personas dignas de adorar en la presencia de Dios?

La respuesta que se da en este salmo es el resumen de los requisitos ya dados en la Ley de Dios y en los profetas: aquellos cuyas acciones (“anda en integridad y practica la justicia”) y carácter (“en su corazón”) (ver Deut. 6:5; Miq. 6:6-8) son un reflejo de Dios. El Santuario era un lugar santo, y todo en él, incluidos los sacerdotes, estaba consagrado. Por ende, la santidad es un requisito obligatorio para entrar en la presencia de Dios. La santidad de Israel debía ser total; debía unir la adoración con la ética y debía ejercerse en todos los aspectos de la vida. La Ley fue dada al pueblo de Dios para permitirle alcanzar su mayor potencial: vivir como un reino de sacerdotes. El sacerdocio real incluye una vida de santidad en la presencia de Dios y llevar las bendiciones del Pacto a otras naciones.

Lee Salmos 24:3 al 6 y 101:1 al 3. ¿Qué significa ser santo?

La “integridad de corazón” es la mayor cualidad del adorador delante de Dios. El hebreo tamim (‘perfecto’, o ‘íntegro’) transmite la noción de “plenitud” y “totalidad”. Una vida “íntegra” está entera, intacta y sana (Eze. 15:5). Los animales ofrecidos en sacrificio debían ser tamim, o sin defecto (Lev. 22:21-24). El habla “íntegra” es totalmente veraz (Job 36:4). Por lo tanto, alguien “íntegro de corazón” es “puro de corazón” (Sal. 24:4), o alguien que anda en integridad (Sal. 15:2). Busca a Dios (Sal. 24:6) y el perdón de Dios lo restaura (Sal. 51:2-10). Una vida intachable es el resultado del reconocimiento de la gracia y la justicia de Dios. La gracia divina inspira y capacita a los siervos de Dios para vivir en el temor del Señor, lo que significa vivir en una comunión irrestricta con Dios y en sumisión a su Palabra. El testimonio de una vida devota y piadosa rinde alabanza a Dios y no al yo. Fíjate que la mayoría de los requisitos de Salmo 15 se dan en términos negativos (Sal. 15:3-5). No se trata de ganarse el favor de Dios, sino de evitar las cosas que nos separarían de Dios.

¿Cómo podemos tomar decisiones conscientes para evitar las cosas que nos alejan de Dios? ¿Cuáles son algunas de esas cosas y cómo podemos evitar hacerlas?


Martes 19 de marzo

Señor, ¿quién habitará en tu santuario?

Siempre amable, cortés, siempre tomando partido por los oprimidos, ya fueran judíos o gentiles, Cristo fue amado por todos. Mediante su vida y carácter perfectos, respondió a la pregunta formulada en el Salmo 15: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién habitará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón” (vers. 1, 2). En su niñez y juventud su conducta fue tal que, cuando se dedicó a la obra de Maestro, podía decir a sus discípulos: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”. Juan 15:10.

A medida que Cristo crecía, la obra comenzada en su niñez continuó, y siguió aumentando en sabiduría y en favor con Dios y con los hombres. No se puso de parte de su propia familia simplemente porque estuvieran emparentados con él por lazos naturales; no reivindicaría su caso en un solo caso en que hubieran sido culpables de injusticia o maldad; pero siempre reivindicó lo que sabía que era verdad (Fundamentals of Christian Education, p. 402).
 

¿Qué significa ser cristiano? Es ser semejante a Cristo; consiste en realizar las obras de Cristo. Algunos fallan en un punto, otros fallan en otro. Algunos son impacientes por naturaleza. Satanás comprende sus debilidades y se las arregla para vencerlos vez tras vez. Pero que nadie se desanime por esto. Cada vez que aparezcan pequeñas molestias y pruebas, pídanle a Dios en oración silenciosa que les conceda fuerzas y gracia para soportarlas pacientemente. Hay poder en el silencio; no pronuncien una sola palabra mientras no hayan elevado sus peticiones al Dios del cielo. Si así lo hicieran siempre, pronto dominarían su temperamento impaciente y tendrían aquí un pequeño cielo como anticipo del más allá.

Dios desea que su pueblo tenga manos limpias y corazones purificados. ¿Será posible que esto los haga infelices? ¿Acarrearía infelicidad a sus familias el hecho de que fueran bondadosos y pacientes, corteses y tolerantes? Lejos de ello. La bondad que manifiesten hacia sus familias se reflejará sobre ellos mismos. Esta es la clase de obra que debería llevarse a cabo en el hogar. Si los miembros de una familia no están preparados para vivir en paz aquí, tampoco están preparados para formar parte de la familia que se reunirá alrededor del gran trono blanco. Invariablemente el pecado produce oscuridad y esclavitud; pero el bien hacer produce paz y santo regocijo (Exaltad a Jesús, p. 335).
 

Amados hermanos y hermanas, dejemos que los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús estén siempre presentes en nuestros pensamientos y que ahuyenten las preocupaciones mundanales. Sean ellos nuestra meditación cuando nos acostamos y cuando nos levantamos. Vivamos y actuemos teniendo plenamente en cuenta la venida del Hijo del hombre. El tiempo del sellamiento es muy corto, y pronto terminará. Ahora, mientras los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos, es el momento en que debemos asegurar nuestra vocación y elección (Primeros escritos, p. 58).

Miércoles 20 de marzo

Declara su gloria entre las naciones

Read Salmo 96. ¿Qué múltiples aspectos de la adoración se mencionan en este salmo?

La adoración incluye cantar al Señor (Sal. 96:1, 2), alabar su nombre (Sal. 96:2), proclamar su bondad y su grandeza (Sal. 96:3, 4) y llevar ofrendas al Templo (Sal. 96:8). Además de estos rasgos familiares del culto, Salmo 96 destaca un aspecto no tan obvio del culto: la dimensión evangelizadora de proclamar el Reino del Señor a otros pueblos (Sal. 96:2, 3, 10).

Sin embargo, cantar, alabar, llevar ofrendas y proclamar el evangelio no son acciones independientes, sino diversas expresiones de la adoración. La proclamación de la salvación de Dios a todas las naciones da sustancia a la alabanza y contenido a la adoración. Fíjate que los motivos de la adoración coinciden con el mensaje proclamado a otros pueblos: “Porque grande es el Señor” (Sal. 96:4); “Todos los dioses de los pueblos son ídolos, pero el Señor hizo los cielos” (Sal. 96:5); “¡El Señor reina!” (Sal. 96:10); y “Viene a juzgar la tierra” (Sal. 96:13). Entonces, el objetivo de la evangelización es unir a otros pueblos con el pueblo de Dios y, en última instancia, a toda la Creación en la adoración al Señor (Sal. 96:11-13).

La adoración es el resultado de reconocer interiormente quién es el Señor; es decir, el Creador, el Rey y el Juez (Sal. 96:5, 10, 13). Por ello, la adoración implica recordar los actos pasados de Dios (la Creación), celebrar sus maravillas presentes (el hecho de que Dios sostiene al mundo en su reinado actual) y anhelar sus actos futuros (el Juicio Final y una vida nueva en Cielos y Tierra nuevos).

El juicio, en los salmos, significa la restauración del orden divino de la paz, la justicia y el bienestar en un mundo actualmente agobiado por la injusticia y el sufrimiento; de allí que toda la Tierra se regocije al esperar los juicios de Dios (Sal. 96:10-13; 98:4-9). Además, el hecho de que el Señor sea un Juez justo debería motivar a la gente a adorarlo en santidad y a “temerlo”, y debería advertirle que no se tome la adoración a la ligera (Sal. 96:9). La adoración implica tanto unas inmensas alegría y confianza (Sal. 96:1, 2, 11-13) como unos santos temor y sobrecogimiento (Sal. 96:4, 9).

El llamado universal de Salmo 96 a adorar al Creador y Juez se refleja en la última proclamación evangélica de Dios para el mundo, el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6 al 12. En muchos sentidos, este salmo parece incorporar este mensaje del tiempo del fin: creación, salvación (“evangelio eterno”), adoración y juicio. Todo está allí.

Compara este salmo con el mensaje de los tres ángeles (Apoc. 14:6-12). ¿En qué medida enseña las mismas verdades básicas de este mensaje del tiempo del fin que debemos proclamar al mundo?


Miércoles 20 de marzo

Declara su gloria entre las naciones

Cristo ordenó a sus discípulos que empezasen en Jerusalén la obra que él había dejado en sus manos. Jerusalén había sido escenario de su asombrosa condescendencia hacia la familia humana. Allí había sufrido, había sido rechazado y condenado. La tierra de Judea era el lugar donde había nacido. Allí, vestido con el atavío de la humanidad, había andado con los hombres, y pocos habían discernido cuánto se había acercado el cielo a la tierra cuando Jesús estuvo entre ellos. En Jerusalén debía empezar la obra de los discípulos…

Pero la obra no debía detenerse allí. Había de extenderse hasta los más remotos confines de la tierra. Cristo dijo a sus discípulos: Habéis sido testigos de mi vida de abnegación en favor del mundo. Habéis presenciado mis labores para Israel. Aunque no han querido venir a mí para obtener la vida, aunque los sacerdotes y príncipes han hecho de mí lo que quisieron, aunque me rechazaron según lo predecían las Escrituras, deben tener todavía una oportunidad de aceptar al Hijo de Dios. Habéis visto todo lo que me ha sucedido, habéis visto que a todos los que vienen a mí confesando sus pecados yo los recibo libremente. De ninguna manera echaré al que venga a mí. Todos los que quieran pueden ser reconciliados con Dios y recibir la vida eterna. A vosotros, mis discípulos, confío este mensaje de misericordia. Debe proclamarse primero a Israel y luego a todas las naciones, lenguas y pueblos. Debe ser proclamado a judíos y gentiles. Todos los que crean han de ser reunidos en una iglesia (El Deseado de todas las gentes, pp. 759, 760).
 

“La importancia del sábado, como institución conmemorativa de la creación, consiste en que recuerda siempre la verdadera razón por la cual se debe adorar a Dios”, porque él es el Creador, y nosotros somos sus criaturas. “Por consiguiente, el sábado forma parte del fundamento mismo del culto divino, pues enseña esta gran verdad del modo más contundente, como no lo hace ninguna otra institución. El verdadero motivo del culto divino, no tan solo del que se tributa en el séptimo día, sino de toda adoración, reside en la distinción existente entre el Creador y sus criaturas. Este hecho capital no perderá nunca su importancia ni debe caer nunca en el olvido” (J. N. Andrews, History of the Sabbath, cap. 27). Por eso, es decir, para que esta verdad no se borrara nunca de la mente de los hombres, instituyó Dios el sábado en el Edén y mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que le adoremos, el sábado seguirá siendo señal conmemorativa de ello. Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos e inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración, y nunca habría habido un idólatra, un ateo, o un incrédulo. La observancia del sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, “que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua” (El conflicto de los siglos, p. 433).

Jueves 21 de marzo

Cuando dios no se deleita en los sacrificios

Lee Salmos 40:6 al 8; 50:7 al 23; y 51:16 al 19. ¿Qué tema importante abordan estos textos? ¿Por qué Dios no se deleita en los sacrificios que ordenó en su Palabra (Éxo. 20:24)?

Al igual que los profetas, los salmistas denuncian diversos abusos en la adoración. Su principal argumento en estos versículos no es la aversión del Señor por los sacrificios y las fiestas de Israel, sino las razones de esa repugnancia: la fatal distancia entre la adoración y la espiritualidad.

Dios no está reprendiendo a su pueblo por los sacrificios y los holocaustos, sino por su maldad y los actos de injusticia que habían cometido en su vida personal (Sal. 50:8, 17-21). Los salmos no predican en contra del sacrificio ni la adoración, sino contra el sacrificio vano y la adoración vacía, demostrada en la injusticia de estos adoradores.

Cuando se quiebra la unidad entre la expresión externa de la adoración y la correcta motivación interna para adorar, los rituales suelen ser más importantes en sí mismos que la experiencia real de acercarse a Dios. Es decir, las formas de culto se convierten en un fin en sí mismas, en contraposición al Dios al que se supone que esos rituales señalan y revelan.

Lee Juan 4:23 y 24. ¿Qué quiere decir Jesús aquí que encaja exactamente con lo que advierten los salmos de hoy?

Los sacrificios por sí solos no bastan. ¿De qué servían estos sacrificios si el corazón de quienes los ofrecían no estaba lleno de arrepentimiento, fe y dolor por el pecado? Únicamente si iban acompañados de arrepentimiento y acción de gracias sinceros podían los sacrificios de becerros agradar a Dios como “sacrificios de justicia” (Sal. 51:19; ver también Sal. 50:14). Jesús, citando a Isaías, lo expresó así: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Mat. 15:8). Los problemas que veían los salmistas eran los mismos que Jesús les planteó a algunos, especialmente a los dirigentes, durante su ministerio terrenal.

¿Cómo podemos asegurarnos de que nosotros, como adventistas, con toda la luz y el conocimiento que poseemos, no caigamos en la trampa de pensar que es suficiente solo con conocer la verdad y seguir los rituales de la verdad?


Jueves 21 de marzo

Cuando dios no se deleita en los sacrificios

Los fariseos procuraban distinguirse por su ceremonial escrupuloso y la ostentación de su culto y caridad. Mostraban su celo por la religión haciendo de ella un tema de discusión. Las disputas entre las sectas opuestas eran vivas y largas, y era frecuente oír en las calles voces de controversia airada entre sabios doctores de la ley.

La vida de Jesús ofrecía un marcado contraste con todo esto. En ella no había disputas ruidosas, ni cultos ostensivos, ni acto alguno realizado para obtener aplausos. Cristo se ocultaba en Dios, y Dios era revelado en el carácter de su Hijo. A esta revelación deseaba Jesús que fuese atraída la atención de la gente, y tributado su homenaje.

El Sol de justicia no apareció sobre el mundo en su esplendor, para deslumbrar los sentidos con su gloria. Escrito está de Cristo: “Como el alba está aparejada su salida”. Oseas 6:3. Tranquila y suavemente la luz del día amanece sobre la tierra, despejando las sombras de las tinieblas y despertando el mundo a la vida. Así salió el Sol de justicia “trayendo salud eterna en sus alas”. Malaquías 4:2 (El Deseado de todas las gentes, p. 226).
 

Dios somete a prueba a su pueblo en este mundo. Este es el lugar en el que debe prepararse para comparecer ante su presencia. Aquí en este mundo, en estos últimos días, la gente mostrará cuál es el poder que actúa en sus corazones y controla sus acciones. Si es el poder de la verdad divina, lo conducirá a realizar buenas obras. Elevará al que lo recibe, y le hará tener un corazón noble y ser generoso, como su divino Señor. Pero si los ángeles malignos controlan el corazón, eso se verá en diferentes formas. El fruto será egoísmo, codicia, orgullo y malas pasiones.

El corazón es engañoso sobre todas las cosas, y muy perverso. Los religiosos profesos no están dispuestos a examinarse minuciosamente para ver si están dentro de la fe, y es cosa terrible ver que muchos se apoyan en una esperanza falsa. Algunos se apoyan en una antigua experiencia que tuvieron hace años, pero cuando llegan a este tiempo que exige que se efectúe un examen de conciencia, cuando todos debieran tener una experiencia espiritual diaria, no tienen nada que referir. Al parecer creen que solamente por el hecho de profesar una fe serán salvos. Cuando abandonen los pecados que Dios detesta, Jesús vendrá y cenará con ellos y ellos con él. Entonces obtendrán poder divino de Jesús, y crecerán en él, y podrán decir con santo triunfo: “Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios 15:57. Le agradaría más al Señor si quienes profesan tibiamente la religión nunca hubieran mencionado su nombre. Son un lastre continuo para los que quieren ser fieles seguidores de Jesús. Son piedra de tropiezo para los incrédulos, y los ángeles malignos se regocijan por su conducta, y ellos se burlan de los ángeles de Dios mediante su conducta torcida. Tales personas son una maldición para la causa en este país y en el extranjero. Se aproximan a Dios solamente de labios, mientras su corazón se encuentra lejos de él. agradaría más al Señor si los tibios profesores de religión nunca hubieran mencionado su nombre. Son un lastre continuo para los que quieren ser fieles seguidores de Jesús. Son piedra de tropiezo para los incrédulos, y los ángeles malignos se regocijan por su conducta, y ellos se burlan de los ángeles de Dios mediante su conducta torcida. Tales personas son una maldición para la causa en este país y en el extranjero. Se aproximan a Dios solamente de labios, mientras su corazón se encuentra lejos de él (Testimonios para la iglesia, t .1, pp. 173, 174).

Viernes 22 de marzo

Para estudiar y meditar: Lee Elena de White, Un llamado a destacarse, “Cómo orar”, pp. 35-38.

Un factor esencial de la adoración estaba dado por la necesidad del arrepentimiento, el verdadero arrepentimiento: “El arrepentimiento incluye sentir tristeza por el pecado y abandonarlo. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo abandonemos de corazón, no habrá cambio real en nuestra vida.

Muchos no entienden la verdadera naturaleza del arrepentimiento; y se entristecen por haber pecado, e incluso se reforman exteriormente, porque temen que su mala conducta les provoque sufrimiento. Pero esto no es arrepentimiento en el sentido bíblico. Lamentan el sufrimiento más bien que el pecado. Eso fue lo que sintió Esaú cuando vio que había perdido su primogenitura para siempre. Balaam, aterrorizado por el ángel que estaba en su camino con la espada desenvainada, reconoció su culpa porque temía perder la vida, pero no experimentó un sincero arrepentimiento del pecado; no cambió de propósito ni aborreció el mal. Judas Iscariote, después de haber traicionado a su Señor, se lamentó: ‘He pecado […] porque he entregado sangre inocente’. (Mat. 27:4)” (Elena de White, El camino a Cristo, p. 36).

“Aunque Dios no mora en templos hechos por manos humanas, honra con su presencia las asambleas de su pueblo. Prometió que cuando se reuniesen para buscarlo, reconocer sus pecados y orar unos por otros, él los acompañaría por medio de su Espíritu. Pero, los que se congregan para adorarlo deben desechar todo lo malo. A menos que lo adoren en espíritu y en verdad, así como en hermosura de santidad, de nada valdrá que se congreguen. Acerca de tales ocasiones, el Señor declara: ‘Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran’ (Mat. 15:8, 9). Los que adoran a Dios deben adorarlo ‘en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren’ (Juan 4:23)” (Elena de White, Profetas y reyes, p. 35).

Preguntas para dialogar:

  1. Para Dios, ¿cuál es la mayor ofrenda del adorador? (Sal. 40:6-10; Rom. 12:1, 2).

  2. ¿Qué relación hay entre la adoración individual y la comunitaria? ¿Por qué necesitamos ambas? ¿De qué manera cada una fomenta a la otra?

  3. Muchos entienden que la adoración se limita a la oración, el canto de himnos, y el estudio de la Biblia y de publicaciones espirituales. Aunque estas actividades son esenciales para el culto, ¿se limita a ellas? Brinda algunos ejemplos de otras formas de culto.

  4. Elena de White escribió: “No deberíamos considerar que servirlo es un ejercicio penoso que entristece el corazón. Debería ser un placer adorar al Señor y participar en su obra” (El camino a Cristo, p. 104). ¿Cómo puede convertirse en un placer adorar al Señor?


Viernes 22 de marzo

Para estudiar y meditar

Hijos e hijas de Dios, 19 de febrero, “No tendremos dioses ajenos”, p. 58;

Nuestra elevada vocación, 11 de marzo, “El privilegio de la seguridad”, p. 78.